jueves, 13 de mayo de 2010

'Deuda de la Humanidad' por el Profesor Rodolfo Olivera.

Inmediatamente que me fue ofrecida la posibilidad de formar parte del equipo que trabajaría un tema puntual dentro del gran drama africano, sentí que profesionalmente podía colaborar de algún modo en hacer más visible la histórica injusticia cometida con Africa, desde todas las latitudes, todos los tiempos, todas las religiones y todas las ideologías.
En mi carácter de profesor de Historia primero, y de posgraduado y especialista en Relaciones Internacionales después, pude y puedo confirmar a través de miles de fuentes coincidentes, los desmanes que la “civilización” provocó en la población y los recursos de este continente, en particular al sur del gran desierto del Sahara, la que habitualmente conocemos como el “Africa negra”. Africa que, además, es presentada desde el mayor simplismo como el “continente pobre”. Sin embargo -paradójicamente si se tiene en cuenta las imágenes más difundidas de sus penurias-, contiene ingentes reservas de petróleo todavía no descubiertas en su totalidad, o no explotadas suficientemente por la seguidilla escalofriante de guerras sin cuartel. Diamantes, oro y esmeraldas que aventajan en cantidad y calidad a cualquier otra geografía, cuyos beneficios no quedan para sí porque el comercio por mayor se realiza en Amberes (Bélgica) y se distribuye en los grandes centros europeos como París o el florentino Ponte Vecchio. O el Coltán (mineral combinado de colombio-tantalio), superestrella de las nuevas tecnologías, concentrado el 80% mundial en tierras del Africa subsahariana.
Continente rico, además, en agua potable de superficie (cuenca del Congo) y subterránea (acuífero de Kufra, el mayor del mundo), y dueño de una biodiversidad que sobrepasa largamente la de una orgullosa Europa que alguna vez fue dueña y (pésima) administradora de los recursos africanos.
En la angustia desesperante de quienes mueren de hambre en Somalia y Eritrea, en las interminables guerras civiles de Sudán, Costa de Marfil, Sierra Leona y Liberia, en la sequía eterna de Mali, en el absurdo político que representó el Congo (ex belga), en la guerra fratricida Ruandesa, en el sufrimiento negro del apartheid Sudafricano, abonado todo con la historia de esclavismo previa, se refleja una deuda histórica que todos deberíamos reconocer.
Hablamos con orgullo en Occidente de “Libertad”, pero ¿sabemos qué es la verdadera libertad? Porque hay quienes hacen tan “suya” la interpretación del término, que terminan quitándosela a los demás. Y quienes la reducen tanto a las variables económicas, que la deshumanizan. Dijo alguna vez Nelson Mandela: “No nacemos con hambre de libertad. Nacemos libres en todos los aspectos que nos es dado conocer”.
Africa no es un continente pobre: Africa es un continente empobrecido. Un continente humillado políticamente, expoliado y abandonado socialmente. Pero eso “no es” Africa, sino el reflejo prepotente de una modernidad tan malentendida que se volvió egoísta. Africa es su petróleo, sus diamantes, su diversidad, su exuberante naturaleza, su incomparable y mágica atracción, pero sobre todo Africa es una cultura. Una cultura que con mucho dolor y con mucha dignidad, se negó a desaparecer.
Este trabajo documental sobre el drama de Ruanda es, para mi, una inmensa oportunidad de rendirle homenaje.

-Prof. Rodolfo Olivera. (Historiador e Investigador del Proyecto Bänghala. Van Al Pueblo Audiovisuales).